domingo, 31 de mayo de 2009

Imagínatelo

-Tío, pásame el vino!.

-Joder, Jorge ostia, mira que siempre te las coges cojonudas!

-Está buena eh? Se llama…-Enfoca la vista hacia la chica de la camiseta verde-…Marta, sí. Tiene cara de llamarse Marta. ¡Anda! ¡Y su hermana también! ¡No sabía que tenía hermana! Joder, su hermana sí que está buena,¿ no?

-Ahí solo hay una chica y sí, está buena, pero te hablo de la que llevas encima.

-¿A quién llevo encima, tío?

-Vamos a la terraza, que como lo sueltes todo aquí dentro me lo limpias con la lengua.

-Espera, espera, espera..el vaso.


Esbozó una sonrisa de oreja a oreja mientras sus ojos no hacían otra cosa que confirmar lo evidente.

Al intentar apoyarse en la barandilla, Jorge dio varios pasos hacia atrás para poder mantener su cuerpo en posición vertical. Noa le agarró del brazo y le quitó el vaso de las manos mientras el otro hacía ademanes de subirse la cremallera del pantalón.


-¿Sabes? Me gustaría irme de aquí.

-¡Pero si esto acaba de empezar!

-No seas gilipollas. Digo de la ciudad. Me apetece salir, despejarme, desaparecer un poco ya sabes. Y volver algún día. O no.

-Maldita cremallera. ¡Ha desaparecido! Noa ayúdame no seas cabrón.


Noa obedece.

Jorge le mira como si hubiera hecho un truco de magia.


-Pues lo que te decía, que me quiero ir un poco lejos de aquí.

-¿Pero a dónde? ¿Y me vas a dejar aquí solo pringando? No me toques los huevos, tú te quedas aquí que tenemos que llevar a cabo nuestro plan: ¡Dominar el mundo! Y cuando ya sea nuestro arderá París!¿o Roma?-Pensó unos segundos.- Bueno qué más da, el caso es que tú no te vas.

-Me parece que el que se va eres tú.

La chica de la camiseta verde abordó a Jorge por detrás haciéndole tambalear.

-Como entréis en mi habitación te corto los huevos. La de mi padre está libre.

-Tranqui Noa, ¡que parece que no me conoces! Oye, por cierto, ¿el truco de la cremallera?

-Pregúntaselo a ella, que seguro que lo sabe.


Ya estaba solo, de nuevo, y en su propia casa llena de gente. Miró hacia el piso de enfrente. Contó las luces que había encendidas. Contó las apagadas. Se imaginó qué estaría pasando en cada una de ellas:


En la primera fila de arriba, la primera ventana encendida a la izquierda vivía un matrimonio de ancianos. Ella era una bonita mujer, siempre lo había sido. Seguía mirándose al espejo antes de acostarse mientras se cepillaba el pelo. Se llamaba guapa y se acostaba junto a su marido, una persona bastante agradable y conocida en el barrio por su sangre hiperactiva.


La segunda fila empezando por abajo, tercera ventana, apagada. Un matrimonio que se consideraba adinerado, o como él los llamaba: un “quiero y no puedo”. También bastante conocidos en el barrio. Ella por su prepotencia y soberbia. Él por sus trajes de “mírame pero no me toques”. Ambos por sus atrasos en los pagos de la comunidad. Un par de hipócritas que duermen en una misma cama sin rozarse.


Encendida: la familia feliz. Padre, madre, e hijos. Ah, y un perro. Cena familiar mientras se ven las noticias. Niños a la cama. Padres una peli.


Apagada. El loco del tercero. Siempre vive en el tercero.

Encendida. Universitarios montándose una fiesta descomunal

También encendida. Viuda golpeando el techo con la escoba para que se callen los de la fiesta.


Apagada. Y con la ventana abierta. Soltero. Una de cine erótico

Encendida. Pareja de casados con hijos emancipados. El marido en el trabajo. Otra de cine erótico.


Apagada con una pequeña lámpara de mesa encendida. La chica de enfrente. Vive con su gato. No la conocen en el barrio. Noa quiere conocerla.


Coge las llaves y sale de casa.

Cuando está a punto de tocar el telefonillo se lo piensa dos veces. ¿Y si no hay ninguna chica del quinto? Aprieta. Pregunta una voz suave.


Antes de contestar Noa sonríe. Decidido, se va lejos.

1 comentario:

William Tea dijo...

O.O


Qué brutal... tan... tan... oh... ha sido como que me hagan cosquillas en la oreja, como que me acaricien el pelo, un cosquilleo y un temblor en los hombros... oh... qué brutal...

Creo que ha sido por lo familiar que me suena. Tremendamente familiar...

¿Nos vamos lejos?