Durante dos años sin ni siquiera querer acercarme al lugar donde pasé lo que se podría considerar mi infancia, he cogido el violín 5 veces contadas, y es un alivio pensar que estoy tocando por gusto, y no para que nadie me escuche. Me cuesta tocar para alguien. No disfruto y pienso constantemente que me están evaluando.
Creo que no sabría decir más de tres obras que haya tocado durante esos 10 interminables años. Nunca me aprendí los títulos, ni los autores. Ni siquiera me planteaba si era del barroco o del romanticismo. Era como un loro aprendiendo a hablar.
Tampoco me planteé escuchar música clásica fuera de aquel recinto. Ni se me pasaba por la cabeza.
Me cuesta admitir que todo eso ha sido mi vida, y hasta hace poco era una auténtica borrega que solo cumplía órdenes. Supongo que al menos, he ganado en paciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario