domingo, 30 de agosto de 2009

Resurgimiento de defunción

Ha sido tu forma de revivir a la muerte, no esperes mientras te deprimes y te convierte en lo que no eres. Trabajas con tus propias manos en aquello que llaman el fruto de la vida, la manzana roja. No la muerdes, la devoras, te tragas incluso sus semillas. Condenas al resto de la humanidad.


viernes, 28 de agosto de 2009

Ladrona de mentiras



El otro día hablando con mamá me quedé con una duda. Íbamos a empezar a comer y ella me preguntó si me había lavado las manos. Yo le dije que sí, aunque era evidente que era mentira, pero al ver que se quedaba conforme pues no me hizo falta levantarme de la mesa. Entonces pensé en qué era lo que importaba realmente, si me había lavado las manos, o si era verdad que me había lavado las manos.

Esta mañana fui a comprar el pan al quiosco de la esquina y me encontré con la vecina Lola. Creo que vive sola desde el año pasado, cuando su marido estiró la pata (a mi madre no le gusta que diga eso de estirar la pata, así que os pediría que no se lo contarais porque si no me quedo mañana sin merienda). La señora me preguntó por mi hermano pequeño, que llevaba unos días en cama con fiebre. Yo, como me aburría, decidí mentirle también a ella y le dije que estaba a punto de estirar la pata (es que me gusta mucho esa expresión). Entonces la señora se quedó un buen rato quieta mirándome como asustada. Yo no tenía mucho tiempo que perder porque se iba a enfriar la comida, así que compré el pan, y al volver a mirar a la señora Lola y ver que seguía en la misma posición, le pregunté si se encontraba bien, no fuera a ser que le estuviera dando un chungo. La mujer, simplemente me dijo que lo sentía, así que yo me lo tomé como un “sí, estoy bien” y me fui a casa con mi barra de pan.

Hace una hora mamá me despertó de la siesta con cara de malas pulgas. Apareció con mi hermano y me preguntó si realmente tenía pinta de irse al otro barrio. Yo al principio no entendí nada porque aun ni se me había quitado el traje de power-ranger rojo que llevaba en el sueño, pero después de frotarme los ojos un par de veces miré a Jorgito y dije que no, que tenía mejor cara que nunca. Luego, me ha dicho que hoy no meriendo.

Supongo que no debió de gustarle la idea de mentir a la señora Lola, aunque lo de las manos no pareció importarle…Yo no sé si la toman a una por tonta, o es que me quiere volver loca. Así que para quitarme de líos, decidí que para no aburrirme, en vez de generar mentiras, me dedicaría a robarlas.







miércoles, 26 de agosto de 2009

Ambicioso





En mayor o menor medida todos somos seres insaciables. Aunque solo sea por la curiosidad o el afán por tener algo nuevo constantemente, no solemos conformarnos con lo que tenemos. Lo cual no quiere decir que lo que tenemos, no lo queramos.




lunes, 24 de agosto de 2009

*

"Vivir seguro pero en la mediocridad característica de todo individuo que no arriesga, es un acto de cobardía, teniendo en cuenta la adquisición de conocimientos que yo pretendo obtener en mis viajes, en mis experiencias, y en definitiva, en una vida llena de aventura."

sábado, 22 de agosto de 2009

Fade out

Y piensa mientras te escabulles, si sientes como caen detrás de tí y te miran desde abajo. Que intentan tocarte y tu huyes. Aun así, algunos consiguen rozarte pero no te agarran. Y cada vez corres más y más deprisa, y piensas en que si bajas el ritmo te atraparán; pero llega un momento en que tus piernas te desobedecen. Te frenan sin poder evitarlo. Tú desistes de moverlas y ellos se acercan salvajemente. Das un giro de 360º pero te tienen rodeado. No vas a dejarte coger después de tanto tiempo huyendo. No pueden contigo. Así que dejas que se acerquen hasta el punto de poder olerte mientras ideas un plan, y cuando están a punto de cumplir su cometido tú sonríes. Y te desvaneces.



domingo, 16 de agosto de 2009

Efervescente

Cierra la puerta. Que no te vea la cara; y no me apetece escuchar lo poco que me tengas que decir. No me des razones, no las quiero. Hazte la tonta. Pídeme agua, que tienes sed. Cogela y ni me des las gracias. Tampoco las quiero. Háblame de las cosas que te importan. Y de las que no, no. Pero sepáralas bien, que no se mezclen. Luego, te doy la mano y me coges el brazo, pero claro, es culpa mía, por darte la mano. Hoy estoy insoportable. Andrés me cuida y me mantiene estable. O al menos lo intenta, aunque me haga daño. Por cierto, ¿es cuestión de intentarlo o de conseguirlo? Sea lo que sea, con Andrés no, pero con lo demás yo elijo. Y si la curiosidad mató al gato...

miércoles, 12 de agosto de 2009

Obsesion

La idea te asalta una y otra vez produciéndote ansiedad. Es como un martillo intentando clavar una punta. Los golpes resuenan en tu cabeza una y otra vez hasta tal punto que llega a ser un ruido continuo, infinito. Acaba siendo doloroso y ensordecedor. Pero a diferencia de lo del martillo, lo que tú tienes en la cabeza nadie más lo escucha.

martes, 11 de agosto de 2009

Valiente




Nunca antes había visto algo semejante. El brillo en sus ojos era tal que mirarlos durante unos segundos me cegaba. Tenía que parar a descansar y frotármelos, y aun así seguía viendo esa luz fija que queda después de mirar al sol. Que daña la retina. Aunque no sé si en realidad queda permanente entre el ojo y el párpado, o es más bien cosa del cerebro. No creo que fuese consciente de esto, pues no le importaba clavarte una mirada de vez en cuando. Como si los ojos no fueran suyos y los hubiera pedido prestados, ningún cargo de conciencia. Yo admito que en un principio me asusté y dudé en preguntar. Pero al darle vueltas al asunto llegué a la conclusión de que cualquier persona tenía derecho a sacar eso fuera de su cuerpo. Había tanta energía dentro que acabaría por estallar en un agujero negro. Y yo no quería tampoco eso. Así que me arriesgué y fui decidida: “¿Oye, estás bien? Hoy te brillan los ojos de una manera increíble. Nunca había visto algo así”. Se limitó a sonreír y encogerse de hombros. Valiente, pensé. Entonces me asusté aun más. Le vi dentro de mi cabeza y sospeché que habría sido un plan para fisgonear aquí dentro. Y aunque odio que curioseen en mi cerebro, yo a veces me dejo. Nunca olvidaré cómo miraba.


lunes, 10 de agosto de 2009

El creador de sonrisas



Y corría por toda la ciudad, e iba de casa en casa. Escalaba hasta la habitación donde algún inconsciente soñaba y le dibujaba una sonrisa inmensa en la boca. Luego le dejaba una nota que decía: "Mañana puede que no venga", y entonces salía por el mismo sitio que había entrado preguntándose si alguna se borraría antes de que despertara.

El escondite

La tierra comenzó a abrirse formando grietas en el terreno lo suficientemente anchas como para poder dejar salir a la superficie sus gruesas raíces. Tiró con cuidado para no perder el equilibrio hasta que todas ellas estuvieron liberadas. Parecía pesado y el tronco de gran diámetro marcaba su larga vida en el bosque. Seguramente fuese el jefe de la tribu. Se le notaba en la mirada, firme y dura, sabia. Estiró sus ramas y arqueó lo que podríamos denominar su espalda para relajar sus músculos, pues las largas horas de inmovilidad continua le dejaban el tronco completamente sobrecargado. Cuando estuvo despejado se dirigió hacia un pequeño montículo y se asentó allí mirando hacia sus compañeros. Al parecer este comportamiento indicaba el comienzo del día, pues el resto de los ocupantes del bosque liberaron también sus raíces y se estiraron imitando los movimientos del jefe. El bosque entero había cobrado vida. Carlos no daba crédito a lo que veían sus ojos. Estaba escondido detrás de una roca, la cual le miraba disimuladamente sin hacer el mínimo movimiento para que no se asustara. Carlos observaba a los árboles. No hablaban entre ellos, y en vez de comunicarse, parecía que tenían un rito ya preestablecido. Se dispusieron todos mirando al jefe como esperando una orden. La piedra que escondía a Carlos se acercó también a esa especie de reunión. Todo el bosque quedó concentrado en unos pocos metros y Carlos, podría decirse que se situaba fuera de escena, como si a nadie le importara su presencia. El árbol del montículo se movió lentamente hasta darles la espalda a sus compañeros. Éstos se empezaron a poner nerviosos y a mirar en derredor como buscando algo. Todos los seres allí presentes se escondieron detrás de Carlos, ya que era el único que no pertenecía a la colonia y él, decidió no moverse al parecerle una idea graciosa que ellos también jugaran al escondite. El árbol jefe terminó de contar y miró pensativo a su alrededor. Nada por ningún sitio. Carlos se quedó sorprendido al ver que el sabio decidía ir a mirar por otro sitio en vez de ir a lo evidente, lo único que había en el bosque donde poder esconderse. Y también al pensar en cómo era posible que todo el bosque estuviera detrás de él sin ser visto puesto que todavía no llegaba al metro y medio. Aun así no se movió.
Estuvo varias horas en la misma postura y ya sentía cómo se le empezaban a engarrotar los músculos. Las piernas las notaba pesadas, aunque prácticamente ya ni sentía ni padecía. Y le hizo gracia pensar en que casi le estaban saliendo raíces. Pero poco duró ese sentimiento de diversión y en cambió comenzó a sentir lástima hacia los árboles. Sin más dilaciones, el bosque se “reordenó”. Habían estado toda la noche jugando al escondite, y el sol ya empezaba a asomar la cabeza por el Este, así que Carlos corrió a su casa pensando en una excusa que contarle a sus padres, ya que la vida real en el bosque, decidió guardársela para él solo.

sábado, 8 de agosto de 2009

Megalomanía

Me enerva a esto que se dedica la gente de querer llamar la atención, de "sentirse" por encima del mundo, y de pensar que tienen manejado todo el cotarro. La necesidad que tienen de ser elogiados y de elogiarse a sí mismos. De sentirse respaldados por la sociedad. Me parece una carencia de personalidad increíble. Aunque si os digo la verdad, a mi la “alta” autoestima que se gastan me toca las pelotas y me afecta. No sé si en realidad consiguen hacerme sentir inferior o si lo que provocan en mi es un asco profundo e intenso. El caso es que los metería a todos en un horno crematorio así, ale. Todos junticos.

viernes, 7 de agosto de 2009

Sara y el duende de la canica verde

Cuando su abuela Alina le regaló la caja de música, decidió que en ella guardaría los objetos secretos que tenían entre las dos. Al ser una caja de música nadie se imaginaría que en ella se guardaban secretos en vez de joyas, así que ocultarlos allí había sido una idea magnífica. Desde que Alina falleció, no había vuelto a coger las canicas que guardaba en la caja. El juego de las canicas consistía en que Sara elegía una, y Alina le contaba su historia mientras su nieta se quedaba dormida con la canica en la mano. Aunque aun no sabía qué era lo que ocurría exactamente, cada vez que Alina le contaba una historia de una canica se pasaba la noche soñando con la historia, y al amanecer le gustaba buscar las diferencias entre la que se había imaginado y la que había soñado. La última vez que vio a su abuela con vida fue jugando a las canicas. Estaba apunto de quedarse dormida escuchando el final de la historia de la canica verde cuando Alina cortó repentinamente y calló al suelo redonda. Sara no se asustó. Sabía que su abuela era mayor y que tarde o temprano pasaría. Así que lo primero que hizo fue recoger las canicas con cuidado de que no faltara por coger ninguna y guardarlas en la caja antes de que alguien la viera.
Después de todo este tiempo pensó que era hora de sacarlas de su escondite. Las arrojó al suelo y las contó varias veces por si faltaba alguna. Estaban todas. Las ordenó por colores, luego por tamaños, luego por colores y tamaños, y cuando ya no sabía qué más hacer con ellas se acordó de la canica verde. Allí estaba, era la más pequeñita de su color. La cogió para verla más de cerca y al descifrar lo que había dentro se le cortó la respiración. El pequeño duende del cuento le sonreía desde el interior de la canica y hacía señas como para llamar su atención. Al pasar unos segundos y asegurarse de que Sara atendía, el duende sacó de su bolso una foto de Alina cuando aun seguía viva. Se la enseñó a Sara durante unos pocos segundos y luego guardó la foto de nuevo y salió corriendo de la escena.
Un escalofrío le recorrió el cuerpo. ¿Qué quería decir aquello?¿Había elegido ella el momento en que debería morir su abuela al escoger la canica? ¿Su abuela era el mismo duende y la había tenido encerrada en una caja durante tanto tiempo? Tenía que ser eso. No dudó en agarrar la canica y quedarse dormida en la alfombra. Quería ver qué nuevas historias tenía que contarle su abuela.

Caso Madeleine

¿Os acordais del caso Madeleine?
Ayer llegué a casa y lo primero que me dijo mi hermana:

-Ten cuidado con la poli. Han sacado un retrato robot de una chica que puede tener datos importantes sobre Madeleine y es igual igual que tú.

¡Pues si me detienen seria una forma de pasar el verano!

martes, 4 de agosto de 2009

Busca lo más vital




Estoy en una etapa de rechazo a la humanidad. Suena así oscurote y dramático. Pero es que de verdad, a veces me pondría a matar y no pararía nunca. Y cuando digo nunca es nunca. Cada vez me gusta menos la gente. Cada vez me sorprenden menos gratamente. Y cada vez me llevo más decepciones. Aunque supongo que cuantos más años vives, más gente conoces, y te das cuenta de que de todos solo merecen la pena dos. Por otro lado siempre he tenido muy claro que no necesito a nadie. De hecho mi madre lleva todo el día diciéndome que me relacione con ellos, que parece que no soy de la familia. Pues a lo mejor no tenía que haber sido de la familia, no. A lo mejor tenía que haber sido como el niño de la selva y crecer entre monos, panteras y osos majosos que cantan “busca lo más vital, no más”.