martes, 31 de marzo de 2009

El Túnel


"No pasaba del metro setenta y no llegaba a la treintena, a pesar de su débil aspecto. La barba le daba un toque desenfadado e incluso sexy. Una cara poco corriente; se podría definir como divertida. Sus facciones pequeñas, exceptuando los ojos grandes y de un color verde intenso. Era extraño, le brillaban más que a muchos. Como si fuera a comerse el mundo de un momento a otro. La nariz respingona. Me recordaba a un duendecillo juguetón. La ropa y el poco equipaje que llevaba encima eran más bien nulos. A simple vista era un tipo nómada, de no ser porque parecía haber marcado ya su territorio en aquel pequeño túnel.
De nuevo no sabía por qué me encontraba allí. Últimamente me pasaba a menudo. Salía de casa sin un rumbo fijo pero al final acababa en el mismo lugar. Siempre estaba encogido en ese rincón ; intercalábamos un par de miradas cómplices y sin tardar en sacar la aguja comenzaba su tarea.
Me dispongo a salir.
"Eh tía, espera.¿Quieres?"
Me giro rápido. Ni siquiera me ha mirado. Está lo suficientemente concentrado metiendo la aguja en su antebrazo. Y yo, olvidándome de su pregunta, me concentro en mirarle a él. Resuena su voz en mi cabeza. Es rasgada. Cualquiera diría que se la ha puesto a juego con los atuendos. Mientras el líquido de la jeringuilla pasa a su cuerpo, inclina la cabeza hacia atrás y cierra los ojos. Se me eriza la piel. Extrae la aguja pegando un pequeño grito y me mira.
"¿Quieres o no?"
Mientras, señala un bote de suero.
¿Suero?No había conocido a nadie que se inyectara vida. Por fin salgo de mi cabeza. Mirándole extrañada me acerco a él y le doy un beso en la nariz. Se me dibuja una sonrisa casi imperceptible. Me dirijo a la salida notando cómo me sigue con la mirada. Cuando estoy casi fuera tropiezo y escucho una alarma cada vez más cercana. Miro hacia atrás pero no queda rastro de túnel. Noy hay nada.Nada..
Mierda, otra vez me he quedado dormida."



PD: He ido casi volando a clase.Nunca pensé que pudiera llegar a mi universidad tan rápido

lunes, 30 de marzo de 2009

Pequeña introducción a mi persona

Yo cuando me enfado no grito. No sé por qué, pero no me sale ponerme a dar gritos. Suelo decir que no me enfado nunca, pero sí me enfado. Claro que me enfado. Aunque de una forma curiosa y poco corriente. Primero me bloqueo (yo me bloqueo muy a menudo) y luego se me hace un nudo en el estómago. Bebo agua por si al nudo le da por soltarse de mi cardias y hacer la digestión pero no hay suerte. Entonces, Para que salga el puñetero nudo por algún sitio, intento gritar (porque yo lo intento), pero tampoco me sale. Así que me indigno. Me indigno muchísimo conmigo misma. Con nadie más. Me cabreo y me entran ganas de pegarme cabezazos contra la pared mientras me llamo tonta. Cuando porfín he dejado de machacarme la cabeza y hacer boquetes por la habitación me quedo muy quieta y me empiezan a caer lagrimones de rabia. Un poco como Alicia en el País de las Maravillas pero menos exagerado(porque estoy segura de que lo exageraron. Una niña no puede llorar tanto después de estar tomando el sol y sin beber ni una gota de agua.Vamos, es prácticamente imposible, se habría deshidratado con el primer lagrimón). Mientras estoy quieta salando mis mejillas podría estar pensando en coger por banda al "coso" que ha provocado semejante espectáculo y llamarle cosas tales como Hijodeperrilla y derivados, pero como bien he dicho me enfado conmigo misma y no con los demás, así que lo que pienso es en comentarle detenidamente que me ha decepcionado. Y es cuando aparece Pereza, y no sólo Pereza. Aparece también Indiferencia. Creo que el "coso" ese debería de saber lo que tiene que hacer y cómo lo tiene que hacer, que yo no soy nadie para reprochar nada. Así que me callo como una puta y santaspascuas, y mi corazoncito hace un poco más de hueco. Que el que no corre, vuela. Y yo vuelo.

sábado, 28 de marzo de 2009

Dolescere

Ultimamente me pillo unas melopeas de espanto. Y como consecuencia de ello me sincero demasiado y me intento desahogar. Tal vez sea porque necesito sacar fuera lo que llevo dentro, no lo sé, creo que pocas veces lo había probado. El caso es que le estoy cogiendo el gustillo.
Ayer en clase de "El ciclo vital de la familia"(sí, me la cogí de libre elección porque tiene un nombre que tira para atrás y a mi me gustan los retos. Soy una temeraria en potencia) decían que los adolescentes tomaban drogas, bebían alcohol, etc para evadirse de la realidad blablablá. Típico. El caso es que mi problema está en que no me evado.(Y que creo que pasé la adolescencia hace varios años.(A no ser que haya varias adolescencias)). También hablaron de las motivaciones. Es una clase en la que todos participamos y exponemos nuestras ideas. Yo sólo escucho. Pero la gente no, la gente las expone, y algunos decían que el problema era que los chicos no encontraban la motivación, que estaban perdidos y no conseguían saber qué era lo que querían y cuándo lo querían. Seguramente tengan razón. Otros decían que el problema estaba en que en estos tiempos en los que vivimos podemos tener cualquier cosa que queramos, y que al no necesitar mucho esfuerzo para conseguirlo llega un momento en el que la motivación cae en picado. Estos también tienen razón, estoy segura. Adolescencia está asociado con adolecer, "enfermar","el que al crecer sufre", dice la tía esta, y yo como incrédula que soy me lo creo. Adolescente viene del latín adolescens, adolescentis ‘que está en periodo de crecimiento, que está creciendo’ y es el participio presente del verbo latino adolescere ‘criarse, ir creciendo, estar creciendo, madurar’. Eso es lo que dice el Google. Tengo conflictos entre ideas. Me quieren volver loca.
Como bien he dicho ya pasé la adolescencia hace años. Estaba pensando en darle un nombre a esta etapa de mi vida de nosequéquéseyo pero no se me ocurre ninguno. No soy buena para poner nombres. Siempre he sido un poco como Audrey Hepburn en "Desayuno con diamantes" (nada menos).
Y sin más, porque no sé a dónde quiero llegar con esta entrada, corto tajantemente por aquí.

martes, 24 de marzo de 2009

Mejor (Im)posible

Soy como Jack Nicholson en "Mejor Imposible". Me siento capaz de molestar, rechazar, ofender y herir a todo lo que se me ponga por delante. Cuando camino esquivo lineas y subo las escaleras de dos en dos. Me apetece relacionarme con el artista de mi vecino que es gay, y que solo me aguante la camarera que trabaja en donde tomo mi café diario.

jueves, 19 de marzo de 2009

*

A veces me lloran los ojos.


domingo, 15 de marzo de 2009

Duelo

Era su turno. Agarró el violín por el mástil, empuñó el arco con firmeza y comenzó la batalla. Cuando se quiso dar cuenta estaba atravesando el violín con lo poco que quedaba de arco. Cogió un pañuelo y cortó la hemorragia de los dedos. Después de tantos años tocando no comprendía cómo seguía siendo capaz de cortarse con cada nota. Se secó la cara. Limpió las huellas de sangre del mástil y metió el violín en su funda. Lo ató con fuerza para que no pudiera moverse.

Estaba sentada al final de la sala. Todos los presentes la miraban perplejos y no sabía por qué. Sentía que faltaba algo. No era consciente de lo que había pasado durante aquel enfrentamiento. Ella supuestamente había atravesado el violín, pero ¿y si todo fue decisión del instrumento? Entonces no había ganado. No podía cantar victoria; pero sí podía esperar a estar preparada, porque continuar el duelo o no, dependía de ella.

viernes, 13 de marzo de 2009

Estás hecho un desastre

Bien. Coge aire. Acaba de sonar el despertador y estás tumbado en la cama con los ojos abiertos como platos, mirando al techo totalmente estirado boca arriba. Te pesa el cuerpo. Estás pegado al somier y no puedes levantarte. Cuentas hasta tres, coges impulso y consigues incorporarte. Te frotas los ojos mientras recuerdas lo que has soñado. Otra vez aquellas malditas imágenes sin sentido. Otra vez la palabra sentido. Pones los pies en el suelo. Primero el derecho, que aunque no eres supersticioso mejor prevenir que curar. No estás como para ponerte a jugar con esas cosas. Tambaleándote consigues llegar al servicio. Te desnudas. Apoyas las manos en el lavabo y te miras en el espejo. Estás hecho un desastre. Deberías afeitarte. Y eso de dormir tres horas te está saliendo caro. Aun medio dormido te metes en la ducha. Abres el grifo y antes de que el agua coja su temperatura te cuelas debajo de la alcachofa y dejas que el agua fría recorra tu cuerpo. Cierras los ojos y te concentras. Es de las mejores sensaciones que tienes a lo largo del día; notas cómo se te eriza cada poro de la piel y cómo todo tu cuerpo consigue firmeza poco a poco. Te pegas una ducha rápida y cuando el agua comienza a cambiar de temperatura en señal de que alguien también quiere ducharse, apagas el grifo y sales de la ducha. Vuelves a mirar el espejo. Ahora tiene vaho, así que no puedes verte. Sólo consigues identificarte con algo un poco abstracto, indefinido. Piensas que todos los espejos de tu casa deberían tener vaho.

Te vistes, no te apetece desayunar. Coges tu polaroid, la chupa de cuero y el paquete de tabaco. Te dispones a salir por la puerta. Al abrirla escuchas como algún vecino espera al ascensor. Tú esperas a que espere, no te apetece que nadie te hable, y menos que nadie te vea. A veces te pasa, te gustaría ser invisible, saber todo lo que pasa a tu alrededor pero que nadie sepa acerca de tí. Desaparecer y que a nadie le importe. Que nadie te eche en falta ni te necesite para nada. Pero por una razón o por otra siempre hay alguien esperando al ascensor, o llamando a tu teléfono, o incluso se te cruzan por la calle y vuelves la cara como si no hubieras visto nada. Sabes que lo han notado, pero es un movimiento reflejo. Tu cerebro ordena y tu cuerpo obedece. Y tú no tienes la culpa. Odias las ciudades grandes, pero estás empezando a odiar más aun las ciudades pequeñas.

Por fin, parece que ya no hay ningún vecino dispuesto a usar el ascensor, así que lo coges y bajas a la calle. Abres el paquete de tabaco y con los labios agarras un cigarro. Lo prendes e inhalas el humo. Es otra de las mejores sensaciones que tienes a lo largo del día, pero esta vez te recorre por dentro. Te lo fumas lentamente mientras caminas. Conoces las calles al dedillo, así que elijes las más estrechas y solitarias. Te apetece hacer mil fotos. Te gusta la fotografía porque sientes que no te pide nada a cambio. Das lo que sabes dar y ella te ofrece sensaciones que incluso no sabías ni que existían. No es egoísta. Y es del todo tuya. Sólo tuya. No te echa en falta, en todo caso tú a ella. Cuando la necesitas está y cuando no desaparece. Sabes que seguramente haya muchas cosas más que te ofrezcan lo mismo, pero para ti fotografía es sinónimo de seguridad, y realmente la necesitas. Mientras avanzas disparas y dejas caer las fotos al suelo. Llegas a una calle sin salida, al parecer no te las conocías tan bien. Al final de la calle hay un muro que no te deja ver lo que hay al otro lado. Decides saltarlo, seguramente allí puedas hacer mil fotos. Te subes como puedes. Ves que con respecto al otro lado del muro estás mucho más alto. Demasiado alto. Pero aun así quieres llegar a él así que saltas. La caida se hace eterna. Parece que a medida que te acercas al suelo éste se aleja más y más. Tienes los ojos cerrados y el viento te acaricia la cara. Extiendes los brazos como si de un momento a otro fueras a planear, pero no lo haces. Mientras caes solo puedes pensar en las fotos que has dejado por el camino. ¿Serán útiles para alguien? Abres los ojos y llegas al suelo. Caes en plancha. Un tremendo golpe fuerte y seco impacta contra tu cuerpo. Sientes que te conviertes en polvo y desapareces.

El ruido estridente resuena en tu cabeza. Parece que se te ha olvidado respirar. Alargas el brazo para encender la luz.¿Un interruptor en mitad de la calle? Bien. Coge aire. Acaba de sonar el despertador y estás tumbado en la cama con los ojos abiertos como platos. Mirando al techo. Estás totalmente estirado boca arriba. Te pesa el cuerpo. Estás pegado al somier y no puedes levantarte. Cuentas hasta tres, coges impulso y consigues incorporarte. Te frotas los ojos mientras recuerdas lo que has soñado. Otra vez aquellas malditas imágenes sin sentido. Otra vez la palabra sentido.

martes, 10 de marzo de 2009

Carta de suicidio

Nunca había leido la carta de suicidio de Kurt Cobain. Pero como todo llega, y como al parecer no ha terminado mi trabajo mental por hoy, pues he cogido y me la he leído. Y era de esperar que me comiera un poco el cerebro.
He de admitir que me entraron ganas de leerla gracias a mi amigo R, ya que me comentó lo siguiente sobre la carta:

-Me da miedo, joder, que hay cosas con las que me identifico. Y mira su letra, y mira mi letra!
Entonces respiré profundamente, la abrí, y comencé a leer.
Cuando terminé de leerla volví a respirar profundamente. La carta me había sorprendido, y me asustó un poco también. Lo primero que le dije a R fue "Todo esto es muy raro". A lo que me respondió:

-Puede, tiene su punto de verdad.
Yo-Digo, que es raro que la gente demasiado sensible decida suicidarse. Es en plan.."el mundo no es para la gente sensible".

A lo que me respondió que sería todo causa de la evolución. "Los fuertes prevalecen", dijo.

Luego me comentó lo siguiente: "pues es que justo quería hablar un día contigo de todo ese tema, de la actitud que hay que tener para poder sobrevivir en la sociedad. La falsedad es un valor en alza, o esa impresión me da".
Yo-Ya te digo. Y no es por echarme flores, pero no puedo evitar no ser falsa. Y mira que lo intento.
R-Ya. A mi me cuesta, lo intento, pero siempre acabo fallando. Y jode que no veas. No sé que filósofo lo decía, pero vamos, yo estoy de acuerdo. "El hombre es un hijoputa para el hombre".

Yo tampoco recordaba quién lo había dicho, pero entre los dos llegamos a la conclusión de que, fuera quien fuese, seguro que tenía bigote.

Y a todo esto yo me pregunto:¿Qué cojones?¿Y de qué va esto? A mi me cabrea, porque después de un día de no parar, que me vengan y me digan que mis sucesores no ayudarán mucho a la evolución del mundo (en el caso de que los tenga) , pues qué quereis que os diga. Eso, que todo esto a mi me cabrea.

sábado, 7 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Por si se secaba

Dejó su voz tendida unos días por si se secaba. Mientras pintaba el cielo, las sombras se escondían debajo de la mesa. Ella contaba hasta diez y las buscaba. Poco a poco las sombras desaparecieron y sin darse cuenta se quedó a solas con una. Fue entonces cuando la miró, la atrapó y ordenó que le imitara.

martes, 3 de marzo de 2009

Duda existencial


Me preguntaba según venía a casa,(aunque no la primera vez)
¿realmente quiénes son los que están locos?

Mamá, quiero ser artista.