martes, 28 de abril de 2009

2

“Fumar puede ser causa de una muerte lenta y dolorosa”. Lástima que fuera tan lenta que aun no hubiera empezado a notarlo, piensa Duna mientras enciende un cigarro. Merodea por una de esas páginas pornográficas que hay por la red preguntándose si algún día encontraría algo interesante de la que pudiera sacar algo a parte de sexo barato. Anuncios de mujeres con cara de “placer” mientras algo les toca la campanilla. Hombres disfrutando. Se le revuelve el estómago. “Dicen que tengo problemas de memoria, pero lo que no tengo son problemas de imaginación”. Sonrió, justo lo que estaba pensando. ¿Han inventado un crece-pollas? Desiste. Se levanta del escritorio y va en busca de algo refrescante a la cocina. El dormitorio de Lilah le queda de camino. Quién tuviera 7 años de nuevo, piensa. Decide comprobar que su hermana duerme, y al asomarse ve una silueta de un hombre desnudo sentado a los pies de la cama. Un calambre le recorre de pies a cabeza dejándola inmóvil. Se frota los ojos. No hay silueta. Definitivamente tiene que dejar de meterse en esas páginas porque le están jugando malas pasadas. Entra en la cocina, bebe agua y sale al exterior. Enciende otro cigarro. Observa las estrellas detenidamente mientras decide desde cual la están mirando. ¿En realidad estaban tan lejos? Ojalá con sólo estirar un brazo pudiera coger una de ellas. Una luz que viene de sus pies la sorprende. Por un momento piensa que algo se ha introducido en su cerebro y ha dejado caer una estrella. Pero es una pequeña luciérnaga que se ha colado en su jardín. Sonríe de nuevo y la toca. Un segundo después se arrepiente de haberlo hecho, ya que ha dejado de lucir. Se pregunta si las de arriba funcionarán de la misma manera. Ya vale de preguntas por hoy. Según entra en casa va derecha a la habitación de Lilah, que está sentada inmersa en otro de esos libros de fantasmas que tanto le gustan. Le besa la mejilla.

-Vamos a dormir pequeña, que es tarde.

Sin rechistar cierra el libro y mira a su hermana mayor pidiéndole que duerma con ella.

Cuando están las dos en la cama, la abraza.

Adora a su hermanita.

The Lovecats




Into the sea lalalaa
ais, qué felicidad de canción

domingo, 26 de abril de 2009

Mujer de provecho

Toma, toma. Qué felicidad y cuanta satisfacción desbordo en el día de hoy.

sábado, 25 de abril de 2009

Pum!

¿Qué quieres que te diga? Apúntame con un rifle en la cabeza y vuélame los sesos. No haré el mínimo movimiento, si eso es lo que quieres.


jueves, 23 de abril de 2009

1

"La fuerte respiración desacompasada hizo que se despertara. Aunque en realidad lo que la desveló fue su presencia. Sentía demasiado frío en la punta de los dedos de los pies. La cama tiembla... A pesar de su corta edad, a Lilah nunca le había gustado escurrirse por la cama. Cuando no conseguía conciliar el sueño, sin saber por qué, comenzaba a oír sonidos extraños. Y no me refiero al pumpum procedente de su pecho. No. Hablo de ruidos que venían de fuera. Ella seguía un ritual que parecía tener ya establecido: sacaba sigilosamente el brazo de entre las sabanas hasta llegar a la luz, contaba mentalmente hasta tres, y pulsaba el interruptor al mismo tiempo que habría los ojos rápidamente, para que en el caso de que hubiera alguien que quisiera asustarla, le saliera el tiro por la culata. Luego se quedaba muy quieta. Ni siquiera pestañeaba. Se levantaba de la cama y miraba debajo, a ver si estaba allí “el hombre que se mete debajo de la cama y rapta a los niños que no se duermen”, luego se dirigía al armario por si la estaba vigilando el “monstruo del armario”, daba un giro inesperado, se asomaba a la puerta de su habitación por si el “Coco” tenia intenciones de entrar y salía al pasillo para saludar al “hombre del saco”. Allí no parecía haber nadie. Encendía la luz del pasillo. No sabía porqué, pero siempre le había hecho sentir más protegida. Luego cerraba despacito la puerta de la habitación de sus padres para que no notaran que estaba despierta.

-Lilah, ¿pasa algo?

Nunca conseguía no despertarles.

-No puedo dormir, mamá. Alguien está haciendo ruido.

Le contestaba desde detrás de la puerta.

-Anda duérmete, son los vecinos.

Lilah miraba extrañada a la pared.

Siempre era lo mismo. ¿Por qué al comprar la casa no se habían fijado en que las paredes eran de papel?

La respuesta de su madre no le convencía demasiado, así que se sentaba en la cama y comenzaba a leer hasta que los ojos se le cerraban inconscientemente. Gracias a sus largas noches de insomnio, había devorado cientos de libros. Se sabía de memoria tres o cuatro, y el resto los había leído varias veces agotando sus límites de lectura. Incluso de vez en cuando cogía alguno de su padre, pero no tardaba en soltarlo, ya que tenía que buscar palabras continuamente en el diccionario y perdía el hilo. Claro está, que también había leído sobre fantasmas, pero ningún libro le había aclarado nada sobre ellos. Y eso le atraía. Quería saber algo que nadie más supiera y no compartirlo nunca con nadie. Quería saberlo todo sobre la otra vida sin ni siquiera saber lo que había en esta. ¿Para qué perder el tiempo buscando lo que hay por aquí? Supuestamente, con abrir un libro bastaba..."




No se como sigue



jueves, 16 de abril de 2009

Saco de huesos

Era una de esas veces que me apetece sentirme agotada. Me tumbé en el suelo y comencé a hacer abdominales. El sujetador se me clavaba en las vértebras. Noté como cada músculo de la tripa se contraía y me gritaba que parase. Pero yo, una vez más, desobedecí. Iba subiendo poco a poco el ritmo hasta que dejé de escucharlos. Ya no sentía nada. No respiraba. Sin avisar, decidí parar en seco. Me quedé mirando una de esas arañas que alguien se había dejado pegada en el techo. Giré la cabeza despacio hasta llegar a la cámara de fotos, que me observaba desde su trípode. Al lado la guitarra conectada al amplificador. Algo empezó a moverse ahí arriba. Volví en busca de la araña, la cual había cobrado vida. Cayó al suelo el celofán que la ataba y fue junto su compañera que la esperaba en la otra esquina, inmóvil, pero por poco tiempo, ya que tampoco tardó en desatarse. Sin saber muy bien de dónde salían, poco a poco empezaron a llegar más arañas a lo que parecía ser el punto de encuentro. Antes de que me diera cuenta el techo estaba plagado de ellas. La puerta se cerró de golpe, pero yo seguía tumbada en el suelo sin intenciones de moverme de allí mientras el sudor, ahora frío, me recorría el cuerpo. Volteé la cara de nuevo hacia la cámara. Estaba encendida. Podía escuchar el sistema de enfoque, no perdía detalle. Mientras, la guitarra por su cuenta lanzaba alguna que otra nota sin sentido. Sin darme cuenta, mi habitación se había convertido en algo surrealista que por alguna razón podía llegar a entender. Cuando noté que las arañas me miraban con ganas de devorarme deduje que aquello no iba a terminar bien. Ahora quería levantarme y salir de allí como fuera, pero mi cuerpo estaba inmóvil. Como si todos los celofanes que habían caído al suelo se hubieran puesto de acuerdo y me hubiesen atado a mí. Me abandoné. Las arañas empezaron a caer del techo. Mientras la cámara capturaba cada momento, la guitarra tocaba sonidos ensordecedores que no me dejaban asimilar lo que estaba pensando. ¿De eso se trataba todo? ¿De olvidarme de la realidad? Dejé de pensarlo cuando noté un mordisco en mi hombro izquierdo. No pudo ser más real. Despacio, se unieron el resto. Sentí como cientos de alfileres me atravesaban el cuerpo y se llevaban pedacitos de mi. No sé exactamente cuanto tiempo pasó, pero cuando todo terminó quise más. Quería desmenuzar el dolor, saber exactamente lo que había sentido, pero ya era tarde. La habitación volvió a ser lo que era. Las arañas se pusieron cada una en su sitio. La camara dejó de mirarme, y la guitarra se dejó de tocar. La única que había cambiado era yo. Sin una gota de sudor, sin agotamiento, sin sentimientos. Un saco de huesos con un par de trapos encima.

lunes, 13 de abril de 2009

Frankenstein

Cuando tenia 9 años, me enamoré del de la foto


sábado, 11 de abril de 2009

-








-Extiende tu mano y déjame ver...mm..
-¿Qué es lo que pasa?
-..espabila

miércoles, 8 de abril de 2009

A little more information

Me gustan los bolsos grandes. De esos en los que puedes meter mil cosas y luego sacar otras mil que no recordabas ni haber metido. Como la mochila de Mochilo (Los Fruitis), que tenía de todo. Yo tengo un bolso de esos. A veces es un poco lío porque es inmenso y encuentras todo menos lo que buscas, pero seguro seguro que está allí. Yo normalemente saco mi burbuja y mi sella-morros. No es que los busque, es que los encuentro. Y además se me da bien usarlos.
No me gusta que me miren el bolso. Nunca me ha gustado. Es un poco como si se metieran en mi cabeza. Hay de todo y muy revuelto. Puede que no sea el mejor momento para decir lo que pienso, aunque lo esteis deseando. Puede que os penseis que me conoceis y seguramente lo hagais. Posiblemente mejor que yo misma. Yo lo que sé es que a veces me obceco con algo hasta que me lo creo, y entonces se me enreda en el cerebro de tal forma que no puedo quitármelo de la cabeza. Como cuando meto mi mp3 en el bolso y cuando lo saco, el cable de los cascos, que antes medía casi medio metro, ahora se ha comprimido y mide 5 cm. Intento desenredarlo pero no hay manera. Y le doy vueltas una y otra vez, pero nunca he sido buena con eso deshacer nudos. Se me da mucho mejor hacerlos. Me ofrecen ayuda con el nudo, pero me gusta hacer las cosas por mí misma. Aunque la mayoria de las veces desisto y lo vuelvo a meter en el bolso, como si por arte de magia la próxima vez que lo saque fuera a estar todo en orden y tuviera sus cm descomprimidos.
En realidad si me parara a mirar el nudo seguramente todo sería más fácil. Pero es que la música la tengo en la cabeza. Puedo tararear y evadirme. O sacar la burbuja del bolso y cantar dentro como una auténtica loca.
No hago más que chapurrear palabras. Suelo hacerlo cuando me gustaría poder decir muchas cosas y no me salen. Supongo que es un poco para despistar.
Yo a lo que iba: me gusta mi bolso, y me voy a ir a ordenarlo ahora mismo, pero os aseguro que no durará ni medio segundo colocado.

domingo, 5 de abril de 2009

Poco a poco

Cada vez me alejo más de Zamora