lunes, 12 de octubre de 2009

Declaraciones sin importancia





La necesidad de escribir me agota. Me siento delante de las teclas del ordenador y las palabras dispersas por mi cerebro me saturan gritando que quieren salir. Pero no sé como explicarles que yo no se lo prohíbo. A veces incluso entreabro la boca y susurro esas palabras para ponerlo fácil. Pero a la vez que salen vuelven a entrar por mis oídos sin ni siquiera darme cuenta. No sé cómo librarme de ellas y eso hace que me entre una locura impulsiva momentánea. Me parece alucinante cuando la literatura me afecta. Ordenar una serie de palabras de tal forma que te hagan soltar una carcajada, llorar, excitarte, enamorarte...cuando yo ni siquiera puedo deshacerme de una única palabra. El hecho de sentirse identificado con el protagonista de un libro me reconforta, porque sé que el autor me entiende y me conoce sin ni siquiera saberlo. Es increíble, ¿no?, personas cercanas que llevan toda la vida intentando conocerte, y alguien que ni siquiera ha oído hablar de ti, consigue ponerte los pelos de punta porque sabe demasiado.

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