El aire no dejaba de soplar. Se colaba entre las persianas y se clavaba en su cerebro. Al unísono el tic-tac infinito pero fugaz del reloj. Vuelta, pensamiento, escalofrío, sudor.
-Abre los ojos. Baja la persiana. Que se calle el viento.
Tic-tac.
Tic-tac.
-Maldito reloj. Te cortaré las agujas y te sacaré las entrañas.
Yo también tengo muchas cosas que hacer antes de irme contigo.
Si hoy termino todo, mañana nos vemos las caras.
miércoles, 22 de octubre de 2008
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2 comentarios:
El tic tac de los relojes parece un conejo mordisqueando el tiempo como si de una zanahoria se tratase.
Entonces no me gustan los conejos
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